
Pero en la historia del género queda un escalón que parece insalvable. El que dejó puesto Stanley Kubrick en el ya lejano 1968 con su obra maestra 2001: una odisea del espacio. A partir de esta fecha, todas las películas de ciencia ficción quedaron divididas en antes y después de 2001, concluyendo a su vez un ciclo en la forma de ver y entender el cine de ciencia ficción que empezó en los años 50. Ninguna fantasía futurista creada por el cine había tenido una repercusión pública y cultural semejante desde Metropolis en 1926
La conmoción provocada por 2001 tiene muchas y variadas causas. Para empezar, elude con elegante indiferencia todos los clichés del género establecidos hasta entonces. La ciencia ficción de los cincuenta y sesenta fue, en su mayoría, el reflejo de una sociedad paranoica. Cinematográficamente hablando, la mayor parte de la ciencia ficción de este periodo se horneó en los parámetros de la serie B. Como norma habitual eran películas de aventuras trasladadas al espacio exterior o a un marco semi-fantástico (laboratorios, desiertos o selvas exóticas con criaturas gigantescas), o melodramas muy básicos ambientados en la América rural, aliñados con algún monstruo extraterrestre invasor o un ataque de criaturas deformes salidas de algún experimento atómico. Las películas que escapaban de este espectro eran, con mayor o menor fortuna y con mayor o menor discreción, veladas críticas al comunismo. A pesar de que los dos primeros extraterrestres que visitaron las pantallas de los cines en aquellos años eran pacificos… (en El ser del planeta X de Edgar G Ulmer y en ultimátum a la tierra de Robert Wise) La mayoria de las producciones de aquellos años generalmente muestran a marcianos que vienen a la tierra para provocar su total destrucción
Pero en 2001 no es notoria únicamente la ausencia de monstruos; tampoco hay científicos locos, otra marca registrada del cine fantacientífico que por entonces se producía, y con cierta abundancia, en los EE.UU
Por si esto fuera poco, Kubrick se permitió introducir una noción muy simple, pero hasta entonces completamente nueva en las películas de ciencia ficción, tanto en concepto como en efectos: el realismo. Cuando en el género se continuaban aceptando trucajes y premisas completamente disparatadas (por ingeniosas que fueran a veces) Kubrick insistió en atenerse escrupulosmente a la última palabra de los hechos científicos probados (sólo se permitió dos invenciones, el viaje a través de la Puerta de las Estrellas y el alineamiento de las lunas de Júpiter) y a la credibilidad de unos efectos especiales absolutamente veristas. Pero valió la pena, a juzgar por el comentario del cosmonauta ruso Alexei Leonov tras ver la película: Es como si hubiese estado en el espacio por segunda vez.
Y, en fin, más allá de las pueriles fábulas habituales en el cine de ciencia ficción, 2001 aporta una dimensión humanista y épica digna por una vez de su homérico subtítulo: Una odisea del espacio.


2001 es, sin duda, un prodigio de narración cinematográfica. Cuando la historia empieza realmente, con la expedición de la Discovery (que en un rasgo de intuición genial, posee forma de espermatozoide) a Júpiter, la precisión del relato se hace magistral: cada plano se sucede, implacablemente, como efecto del anterior y causa del siguiente. Esa racionalidad es el mejor y más irónico vehículo para contemplar la vida cotidiana de los astronautas, para comprender la sutil transformación de HAL y sus reacciones (el momento en que su ojo rojizo lee en los labios de Bowman y Poole ocultos en una cápsula), para sentir el instante sobrecogedor y sarcástico a la vez en que liquida a los tres cosmonautas hibernados, o envía fríamente a Poole a una supuesta muerte en el espacio. Hasta que llegamos en esta epopeya glacial donde no parece existir diferencia aparente entre el hombre y la máquina, a ese momento de emoción auténtica en el que Bowman desconecta los centros racionales del computador, lo reduce a la condición de un niño temeroso que gimotea una vieja canción infantil...un Bowman que pronto será mas que un hombre, un heraldo del terrible y maravilloso poder que se avecina.

Magnífico comentario el que has escrito sobre '2001: Una odisea del espacio'. Poco que añadir. Sólo que antes de ver su pase por televisión (creo recordar que la vimos juntos en mi piso de Gran Vía) antes tuve la suerte de poder verla en cine, en pantalla grande. No es una película para ver todos los meses pero su visionado es una fantástica experiencia.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. si... creo recordar que la vimos en tu piso... Es verdad que no es para verla cada mes... pero al menos un par de veces al año es una obligación!!
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